Cada momento del año tiene unas características especiales y diferentes que son las que deben de aprovecharse para disfrutar de unas vacaciones, o para conseguir que el viaje de trabajo en el que logramos sacar algo de tiempo para conocer el lugar que visitamos, también nos permita ese disfrute. Pretender que durante el otoño la Costa del Sol nos tenga que ofrecer lo mismo que podemos encontrar en verano es un error que no tiene sentido y que generará frustración. Las playas ya no están masificadas de turistas, y cada día que avanza más esta estación en busca del invierno, darse un chapuzón empieza a ser solo algo aceptable para quien no siente temor por el frío del agua del mar.

Las preguntas frecuentes que suelen tener en mente los turistas que visitan lugares donde antes no estuvieron hacen referencia al tiempo. ¿Lloverá en los días en los que me tome las vacaciones? ¿Será soportable el calor? ¿Las noches son frías? Cada lugar tiene una serie de características propias que va variando a lo largo de los meses del año, y aunque en las zonas del litoral andaluz esas variaciones se mantienen dentro de unos niveles que no son demasiados extremos, hay que reconocer que, con la llegada del mes de septiembre el tiempo comienza a modificarse, dejando atrás el verano y recibiendo al otoño.